No cabe duda de que hablar en Herencia de Cristo es hablar del Cristo de la Misericordia. Es la imagen más antigua y, con diferencia, una de las más queridas y veneradas en nuestra localidad, como queda patente ya en el himno que los niños herencianos cantaban en las escuelas en los años 30 del siglo pasado, cuyo estribillo dice así: “Herencia, eres tu sola / la que sabes como eres / al dar gracias a tu Cristo / y a tu flor de las Mercedes; / también tienes el orgullo / de tener bellas mujeres / por eso tienes la fama / de ser manchega como eres.”[1]. En este himno se hace ilusión a las dos imágenes que copan la devoción principal del pueblo: el Cristo de la Misericordia y la Virgen de las Mercedes; dos imágenes que unifican el fervor y que, bajo su aparente inconexión, guardan una relación muy estrecha que intentaré justificar en este artículo.
Sin embargo, a pesar de la importancia de la venerada imagen del Cristo de la Misericordia, la oscuridad que rodea su origen y llegada a Herencia es un hecho. La primera noticia que tenemos de su presencia es la que encontramos en el archivo parroquial y que hace referencia al traslado procesional de la imagen en 1677 desde la casa particular de D. Gabriel López Gascón hasta la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que, a la sazón, servía de parroquia, donde había de quedar en depósito hasta que se terminara la actual. El texto íntegro es el siguiente: “En cinco días del mes de agosto de mil y seiscientos y setenta y siete años, D. Francisco de Aguilera y Arias, Prior de esta parroquia, Luis Remón y Felipe Martín de Mayorga, alcaldes ordinarios, y otros clérigos y seglares vecinos de esta villa fueron a casa de Gabriel López Gascón y trajeron la imagen del Santo Cristo de Misericordia y lo pusieron en depósito en la ermita de nuestra Señora de la concepción, que servía de parroquia por estarse haciendo la Iglesia nueva. La cual dicha imagen trajo a esta villa el Hermano Diego de San Pablo, y la dio espontánea y voluntariamente para que fuese colocada en la parroquia de esta dicha villa, y por cuanto la dicha parroquia no tiene altares donde pudiese ser colocado por no estar acabada la obra, fue depositada para, acabada dicha obra, colocarla y depositarla en ella.”[2]. Aparece la figura de Diego de San Pablo como origen de la imagen, pero ¿quién era Diego de San Pablo?¿qué relación lo unía a Herencia?¿cuál era la relación que guardaba con la imagen? Son preguntas que, de poder responder, nos pueden ayudar a acercarnos al misterio que encierra la serenidad de la imagen del Cristo.
Don Metodio Quintanar, párroco de Herencia desde 1905 hasta 1910, observa que “es de suponer que este hermano Diego de San Pablo sería algún monje o religioso, aquí muy conocido, y que tendría gran estima tanto a la imagen como a la parroquia, a la que hizo tan valioso obsequio”[3]. Pero afinando más el acercamiento se puede decir que no es simplemente un clérigo, sino un clérigo descalzo, pues la apostilla nominal “de San Pablo” es característica de los frailes descalzos. No podemos obviar la relación que la Orden de la Merced descalza guarda con la villa de Herencia en el siglo XVII, relación que fragua en la fundación del único convento de la villa en 1656 con el patrocinio de D. Juan de Austria, Gran Prior de San Juan de Castilla y León – se cumple ahora el 350 aniversario de su fundación – . El contacto de los mercedarios con Herencia puede venir desde antiguo, pues estos frailes recorrían a pie gran parte de España con el fin de recaudar fondos para las redenciones[4] y pudieron llegar a la villa desde los conventos de Madrid, Toledo, Segovia... o desde los recién fundados conventos descalzos de Ciudad Real o Argamasilla de Alba, el más cercano a Herencia a escasos treinta kilómetros.
Precisamente, el convento mercedario descalzo de Argamasilla de Alba fue fundado en 1608 por un fraile llamado Diego de San Pablo, alias “de Sotomayor”.
Diego de Sotomayor nace alrededor de 1550 en Salamanca de familia muy noble, de la familia de Sotomayor y Anaya. Educado en letras, domina la gramática, la retórica, el hebreo y el griego. A los dieciocho años pide el hábito de la Merced en el Colegio de la Vera Cruz de Salamanca, no sin gran enojo por parte de sus padres, quienes llevaron a cabo bastantes diligencias para que abandonara el convento. Al año siguiente, y con el consentimiento de sus padres, Diego de Sotomayor hace profesión con asistencia al acto de toda la nobleza salmantina. Recibe los estudios superiores de Artes y Teología. notablemente inclinado a la predicación, adquiere gran fama como predicador, sobre todo como predicador de cuaresma (en Salamanca, Valladolid y Madrid, principalmente). En 1602 predica la cuaresma en Valladolid, en 1603 asiste al Capítulo de Guadalajara, donde se decreta la fundación de la Reforma Descalza de la Orden. En su sermón de cierre del Capítulo habla de la poca o ninguna necesidad que tenía la Orden de instituir la Descalcez. Por lo tanto, en un principio, se opone a la Reforma, hasta el punto de que, según dicen los Annales de los Descalzos “Concluido aquel capítulo, vino a Madrid, donde la habían encomendado predicase el día de la Ascensión de Cristo Nuestro Señor. Acertaron este día a mudar el hábito de Estameña en Xerga los fundadores de nuestra Descalcez; y en el sermón les dio tal carga que hubieron menester todo el pertrecho de su paciencia para sufrirla: y si mucho había dicho contra la nueva institución en Guadalajara, más dijo allí, y con menor recelo, por estar el General ausente...”.
Tras esto marcha a Valladolid donde tenía contratados muchos sermones para el verano. En 1604 predica la cuaresma en Salamanca, en la catedral, en los Consejos y en otras iglesias. Poco a poco comienza a valorar y a alabar la Descalcez, sobre todo por la fama de la vida ejemplar de los descalzos, en cuyo primer año habían fundado ya tres conventos: en la Almorayma, el Viso y Ribas.
Decide pasarse a la Reforma como conventual del convento de Ribas en 1604, cambia el hábito y el nombre, pasa de Diego de Sotomayor a Diego de San Pablo, argumentando la análoga situación de conversión que se había dado entre él y el santo de Tarso, pues había predicado en contra de la Reforma y ahora formaba parte de ella.
Por orden del General, en 1605 a predicar la cuaresma marcha a Sevilla, ciudad a la que vuelve a predicar 1607 y, a su regreso, destinado como conventual del Convento de Santa Bárbara en Madrid, se detiene catorce meses en Argamasilla de Alba, población que conocía , que, seguramente, frecuentaba por habitar en ella su prima Doña Ana de Anaya y en la que lleva a cabo la fundación de un Convento, la cual concluye en julio de 1608. Los Annales de los descalzos sitúan su muerte en Salamanca, en la cuaresma de 1609[5], fecha que podemos considerar aproximativa, dado que en el mismo documento se habla de su predicación de la cuaresma de ese mismo año.
Hay motivos suficientes para pensar que es este Diego de San Pablo quien está detrás del origen de la imagen del Cristo de la Misericordia, en primer lugar por la sinonimia de misericordia y merced, pues la palabra “Merced” reflejaba en la Edad Media la idea de misericordia, compasión y piedad[6], idea que ha permanecido en la Orden de la Merced a lo largo de los siglos, hasta el punto de que la Virgen de la Merced adopta en ciertos relieves y manifestaciones artísticas la iconografía de la Madre de la Misericordia, con el manto extendido, bajo el cual se acogen sus hijos protegidos a la sombra de su Merced, de su misericordia. Además no es nada frecuente encontrar una imagen de Cristo en el misterio del Pretorio, es decir, un “Ecce Homo”, con el sobrenombre “de la Misericordia”, sobrenombre que adoptan con muchísima más frecuencia las imágenes de Cristo crucificado; incluso, en lugares como Alcantarilla (Murcia) donde una imagen de Cristo “Ecce Homo” recibe el apelativo “de la Misericordia” no lo hace en exclusividad, pues se trata del “Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia”, podemos pensar, entonces, que detrás de la Misericordia de la imagen de nuestro Cristo se encuentre la palabra Merced.
En segundo lugar, manteniendo esta hipótesis, Herencia en el siglo XVII debía ser territorio exclusivo de limosna para los mercedarios, seguramente desde Argamasilla, pues no hay noticias ni restos de la presencia de alguna otra Orden en la Villa en ese siglo, y la fundación de un Convento en Herencia es la muestra de la aceptación que tendría esta Orden entre el pueblo y de la predilección que por él sentirían los frailes de blanco sayal.
En tercer lugar, la dedicación de Diego de San Pablo a los temas de la Pasión y a los sermones de cuaresma, unida a la fama que como predicador tenía desde Salamanca a Sevilla y, por supuesto, en Argamasilla de Alba, donde, recordemos, tenía familia de la alta nobleza, hace que los catorce meses que, según dicen los Annales de los Descalzos, residió en esta localidad para fundar su convento sean tiempo suficiente para extender su fama de predicador por los pueblos de la comarca, incluso para predicar en ellos. Mas aún, en el escrito del archivo parroquial no se especifica quien es Diego de San Pablo, seguramente porque no hacía falta especificar, pues se sabía quien era, su cercanía debía ser por todos conocida. Y qué decir de la devoción que por el Ecce Homo profesarían los frailes descalzos, que le dedicaron una importante capilla de su nuevo convento, aunque, esta vez, bajo la advocación del “Consuelo”, imagen original de busto.
Pero, por el contrario, la horquilla de sesenta años aproximadamente, que se extiende desde la muerte de Diego de Sotomayor hasta el año del que data la primera noticia de la presencia de la imagen en Herencia – aunque, recordemos, se trata del traslado desde una casa particular, donde pudo ser depositado a la espera de que fuese construida la iglesia parroquial –, es muy extensa y dentro de ella sucederían, con seguridad, muchas cosas en la Villa. Esta horquilla puede verse disminuida por la consabida falta de rigor temporal en los documentos de la época, pero aún así parecen muchos años. Tampoco sabemos los términos en los que fue donada la imagen, ni las condiciones, y las fuentes documentales no se muestran nada generosas con nosotros en este tema.
De todos modos, por lo dicho hasta ahora y volviendo de nuevo a las apostillas “de San Pablo”, por una parte, y “de la misericordia”, por otro, es muy probable que la Orden de la Merced tenga mucho que ver en el origen de la imagen del Santísimo Cristo. Actualmente existe la presencia de esta Orden en la Ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia en forma de escudo que corona el retablo de Santiago Apóstol. De lo que no cabe ninguna duda es de la importancia que desde su llegada al pueblo ha tenido la imagen y del impacto devocional que desde su contemplación tiene en sus fieles. Prueba de ello es que ya desde el principio, cuando aún la imagen permanecía en la ermita de la Concepción, tenía santero para su cuidado, en concreto, Francisco Aragonés, que muere el dieciocho de diciembre de 1708[7], signo evidente de la importancia del culto a la sagrada imagen.
En este artículo queda la hipótesis de que fuera el mercedario descalzo Fray Diego de San Pablo, predicador y fundador del convento de la Merced de Argamasilla de Alba, quien trajera a Herencia la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Ojalá aparezcan nuevos datos que apoyen o refuten esta teoría, pero que, en todo caso, ayuden y arrojen luz sobre la llegada a nuestro pueblo de una de nuestras imágenes más queridas y veneradas. Muchas gracias a la Parroquia de Herencia y la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia por haber puesto a mi disposición todos los archivos y datos de que disponían.
Sin embargo, a pesar de la importancia de la venerada imagen del Cristo de la Misericordia, la oscuridad que rodea su origen y llegada a Herencia es un hecho. La primera noticia que tenemos de su presencia es la que encontramos en el archivo parroquial y que hace referencia al traslado procesional de la imagen en 1677 desde la casa particular de D. Gabriel López Gascón hasta la ermita de Nuestra Señora de la Concepción, que, a la sazón, servía de parroquia, donde había de quedar en depósito hasta que se terminara la actual. El texto íntegro es el siguiente: “En cinco días del mes de agosto de mil y seiscientos y setenta y siete años, D. Francisco de Aguilera y Arias, Prior de esta parroquia, Luis Remón y Felipe Martín de Mayorga, alcaldes ordinarios, y otros clérigos y seglares vecinos de esta villa fueron a casa de Gabriel López Gascón y trajeron la imagen del Santo Cristo de Misericordia y lo pusieron en depósito en la ermita de nuestra Señora de la concepción, que servía de parroquia por estarse haciendo la Iglesia nueva. La cual dicha imagen trajo a esta villa el Hermano Diego de San Pablo, y la dio espontánea y voluntariamente para que fuese colocada en la parroquia de esta dicha villa, y por cuanto la dicha parroquia no tiene altares donde pudiese ser colocado por no estar acabada la obra, fue depositada para, acabada dicha obra, colocarla y depositarla en ella.”[2]. Aparece la figura de Diego de San Pablo como origen de la imagen, pero ¿quién era Diego de San Pablo?¿qué relación lo unía a Herencia?¿cuál era la relación que guardaba con la imagen? Son preguntas que, de poder responder, nos pueden ayudar a acercarnos al misterio que encierra la serenidad de la imagen del Cristo.
Don Metodio Quintanar, párroco de Herencia desde 1905 hasta 1910, observa que “es de suponer que este hermano Diego de San Pablo sería algún monje o religioso, aquí muy conocido, y que tendría gran estima tanto a la imagen como a la parroquia, a la que hizo tan valioso obsequio”[3]. Pero afinando más el acercamiento se puede decir que no es simplemente un clérigo, sino un clérigo descalzo, pues la apostilla nominal “de San Pablo” es característica de los frailes descalzos. No podemos obviar la relación que la Orden de la Merced descalza guarda con la villa de Herencia en el siglo XVII, relación que fragua en la fundación del único convento de la villa en 1656 con el patrocinio de D. Juan de Austria, Gran Prior de San Juan de Castilla y León – se cumple ahora el 350 aniversario de su fundación – . El contacto de los mercedarios con Herencia puede venir desde antiguo, pues estos frailes recorrían a pie gran parte de España con el fin de recaudar fondos para las redenciones[4] y pudieron llegar a la villa desde los conventos de Madrid, Toledo, Segovia... o desde los recién fundados conventos descalzos de Ciudad Real o Argamasilla de Alba, el más cercano a Herencia a escasos treinta kilómetros.
Precisamente, el convento mercedario descalzo de Argamasilla de Alba fue fundado en 1608 por un fraile llamado Diego de San Pablo, alias “de Sotomayor”.
Diego de Sotomayor nace alrededor de 1550 en Salamanca de familia muy noble, de la familia de Sotomayor y Anaya. Educado en letras, domina la gramática, la retórica, el hebreo y el griego. A los dieciocho años pide el hábito de la Merced en el Colegio de la Vera Cruz de Salamanca, no sin gran enojo por parte de sus padres, quienes llevaron a cabo bastantes diligencias para que abandonara el convento. Al año siguiente, y con el consentimiento de sus padres, Diego de Sotomayor hace profesión con asistencia al acto de toda la nobleza salmantina. Recibe los estudios superiores de Artes y Teología. notablemente inclinado a la predicación, adquiere gran fama como predicador, sobre todo como predicador de cuaresma (en Salamanca, Valladolid y Madrid, principalmente). En 1602 predica la cuaresma en Valladolid, en 1603 asiste al Capítulo de Guadalajara, donde se decreta la fundación de la Reforma Descalza de la Orden. En su sermón de cierre del Capítulo habla de la poca o ninguna necesidad que tenía la Orden de instituir la Descalcez. Por lo tanto, en un principio, se opone a la Reforma, hasta el punto de que, según dicen los Annales de los Descalzos “Concluido aquel capítulo, vino a Madrid, donde la habían encomendado predicase el día de la Ascensión de Cristo Nuestro Señor. Acertaron este día a mudar el hábito de Estameña en Xerga los fundadores de nuestra Descalcez; y en el sermón les dio tal carga que hubieron menester todo el pertrecho de su paciencia para sufrirla: y si mucho había dicho contra la nueva institución en Guadalajara, más dijo allí, y con menor recelo, por estar el General ausente...”.
Tras esto marcha a Valladolid donde tenía contratados muchos sermones para el verano. En 1604 predica la cuaresma en Salamanca, en la catedral, en los Consejos y en otras iglesias. Poco a poco comienza a valorar y a alabar la Descalcez, sobre todo por la fama de la vida ejemplar de los descalzos, en cuyo primer año habían fundado ya tres conventos: en la Almorayma, el Viso y Ribas.
Decide pasarse a la Reforma como conventual del convento de Ribas en 1604, cambia el hábito y el nombre, pasa de Diego de Sotomayor a Diego de San Pablo, argumentando la análoga situación de conversión que se había dado entre él y el santo de Tarso, pues había predicado en contra de la Reforma y ahora formaba parte de ella.
Por orden del General, en 1605 a predicar la cuaresma marcha a Sevilla, ciudad a la que vuelve a predicar 1607 y, a su regreso, destinado como conventual del Convento de Santa Bárbara en Madrid, se detiene catorce meses en Argamasilla de Alba, población que conocía , que, seguramente, frecuentaba por habitar en ella su prima Doña Ana de Anaya y en la que lleva a cabo la fundación de un Convento, la cual concluye en julio de 1608. Los Annales de los descalzos sitúan su muerte en Salamanca, en la cuaresma de 1609[5], fecha que podemos considerar aproximativa, dado que en el mismo documento se habla de su predicación de la cuaresma de ese mismo año.
Hay motivos suficientes para pensar que es este Diego de San Pablo quien está detrás del origen de la imagen del Cristo de la Misericordia, en primer lugar por la sinonimia de misericordia y merced, pues la palabra “Merced” reflejaba en la Edad Media la idea de misericordia, compasión y piedad[6], idea que ha permanecido en la Orden de la Merced a lo largo de los siglos, hasta el punto de que la Virgen de la Merced adopta en ciertos relieves y manifestaciones artísticas la iconografía de la Madre de la Misericordia, con el manto extendido, bajo el cual se acogen sus hijos protegidos a la sombra de su Merced, de su misericordia. Además no es nada frecuente encontrar una imagen de Cristo en el misterio del Pretorio, es decir, un “Ecce Homo”, con el sobrenombre “de la Misericordia”, sobrenombre que adoptan con muchísima más frecuencia las imágenes de Cristo crucificado; incluso, en lugares como Alcantarilla (Murcia) donde una imagen de Cristo “Ecce Homo” recibe el apelativo “de la Misericordia” no lo hace en exclusividad, pues se trata del “Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia”, podemos pensar, entonces, que detrás de la Misericordia de la imagen de nuestro Cristo se encuentre la palabra Merced.
En segundo lugar, manteniendo esta hipótesis, Herencia en el siglo XVII debía ser territorio exclusivo de limosna para los mercedarios, seguramente desde Argamasilla, pues no hay noticias ni restos de la presencia de alguna otra Orden en la Villa en ese siglo, y la fundación de un Convento en Herencia es la muestra de la aceptación que tendría esta Orden entre el pueblo y de la predilección que por él sentirían los frailes de blanco sayal.
En tercer lugar, la dedicación de Diego de San Pablo a los temas de la Pasión y a los sermones de cuaresma, unida a la fama que como predicador tenía desde Salamanca a Sevilla y, por supuesto, en Argamasilla de Alba, donde, recordemos, tenía familia de la alta nobleza, hace que los catorce meses que, según dicen los Annales de los Descalzos, residió en esta localidad para fundar su convento sean tiempo suficiente para extender su fama de predicador por los pueblos de la comarca, incluso para predicar en ellos. Mas aún, en el escrito del archivo parroquial no se especifica quien es Diego de San Pablo, seguramente porque no hacía falta especificar, pues se sabía quien era, su cercanía debía ser por todos conocida. Y qué decir de la devoción que por el Ecce Homo profesarían los frailes descalzos, que le dedicaron una importante capilla de su nuevo convento, aunque, esta vez, bajo la advocación del “Consuelo”, imagen original de busto.
Pero, por el contrario, la horquilla de sesenta años aproximadamente, que se extiende desde la muerte de Diego de Sotomayor hasta el año del que data la primera noticia de la presencia de la imagen en Herencia – aunque, recordemos, se trata del traslado desde una casa particular, donde pudo ser depositado a la espera de que fuese construida la iglesia parroquial –, es muy extensa y dentro de ella sucederían, con seguridad, muchas cosas en la Villa. Esta horquilla puede verse disminuida por la consabida falta de rigor temporal en los documentos de la época, pero aún así parecen muchos años. Tampoco sabemos los términos en los que fue donada la imagen, ni las condiciones, y las fuentes documentales no se muestran nada generosas con nosotros en este tema.
De todos modos, por lo dicho hasta ahora y volviendo de nuevo a las apostillas “de San Pablo”, por una parte, y “de la misericordia”, por otro, es muy probable que la Orden de la Merced tenga mucho que ver en el origen de la imagen del Santísimo Cristo. Actualmente existe la presencia de esta Orden en la Ermita del Santísimo Cristo de la Misericordia en forma de escudo que corona el retablo de Santiago Apóstol. De lo que no cabe ninguna duda es de la importancia que desde su llegada al pueblo ha tenido la imagen y del impacto devocional que desde su contemplación tiene en sus fieles. Prueba de ello es que ya desde el principio, cuando aún la imagen permanecía en la ermita de la Concepción, tenía santero para su cuidado, en concreto, Francisco Aragonés, que muere el dieciocho de diciembre de 1708[7], signo evidente de la importancia del culto a la sagrada imagen.
En este artículo queda la hipótesis de que fuera el mercedario descalzo Fray Diego de San Pablo, predicador y fundador del convento de la Merced de Argamasilla de Alba, quien trajera a Herencia la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia. Ojalá aparezcan nuevos datos que apoyen o refuten esta teoría, pero que, en todo caso, ayuden y arrojen luz sobre la llegada a nuestro pueblo de una de nuestras imágenes más queridas y veneradas. Muchas gracias a la Parroquia de Herencia y la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia por haber puesto a mi disposición todos los archivos y datos de que disponían.
Antonio Martín – Viveros Tajuelo
NOTAS:
[1] ALONSO AGUADO, Mario, “El Quijote y su omnipresencia en la Villa de Herencia” en Diario Lanza, Ciudad Real, 23 de mayo de 2005. Pg. 4
[2] Archivo Parroquial de Herencia. Libro I de defunciones de adultos, f.166.
[3] QUINTANAR Y FUNES, Metodio, Devoto novenario en honor del Santísimo Cristo de la Misericordia, milagroso y amantísimo protector de la Villa de Herencia, Herencia, 1910.
[4] MARTINEZ VAZ, José, Herencia ama a la Virgen, La Merced, Madrid, 1954. Pág. 23.
[5] Cf. SAN CECILIO, Fray Pedro de, Annales del orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced Redempcion de Cautivos Cristianos, parte segunda, Barcelona, 1669. Págs. 742 - 759
[6] AA.VV. Herencia y la Orden de San Juan (Siglos XIII-XX),Biblioteca de autores y temas manchegos. Diputación de Ciudad Real – Área de Cultura, Ciudad Real, 1991. Pág. 223
[7] Archivo Parroquial de Herencia. Libro I de defunciones de adultos, f. 305.
BIBLIOGRAFÍA
- AA.VV. Herencia y la Orden de San Juan (Siglos XIII-XX),Biblioteca de autores y temas manchegos. Diputación de Ciudad Real – Área de Cultura, Ciudad Real, 1991.
- Archivo Parroquial de Herencia. Libro I de defunciones de adultos, folios 166 y 305.
- MARTINEZ VAZ, José, Herencia ama a la Virgen, La Merced, Madrid, 1954.
- QUINTANAR Y FUNES, Metodio, Devoto novenario en honor del Santísimo Cristo de la Misericordia, milagroso y amantísimo protector de la Villa de Herencia, Herencia, 1910.
- SAN CECILIO, Fray Pedro de, Annales del orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced Redempcion de Cautivos Cristianos, parte segunda, Barcelona, 1669.
BIBLIOGRAFÍA
- AA.VV. Herencia y la Orden de San Juan (Siglos XIII-XX),Biblioteca de autores y temas manchegos. Diputación de Ciudad Real – Área de Cultura, Ciudad Real, 1991.
- Archivo Parroquial de Herencia. Libro I de defunciones de adultos, folios 166 y 305.
- MARTINEZ VAZ, José, Herencia ama a la Virgen, La Merced, Madrid, 1954.
- QUINTANAR Y FUNES, Metodio, Devoto novenario en honor del Santísimo Cristo de la Misericordia, milagroso y amantísimo protector de la Villa de Herencia, Herencia, 1910.
- SAN CECILIO, Fray Pedro de, Annales del orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced Redempcion de Cautivos Cristianos, parte segunda, Barcelona, 1669.
- ALONSO AGUADO, Mario, “El Quijote y su omnipresencia en la Villa de Herencia” en Diario Lanza, Ciudad Real, 23 de mayo de 2005. Pág. 4
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