jueves, 27 de marzo de 2008

El Cristo del Consuelo en Herencia (Ciudad Real)

Por: Mario ALONSO AGUADO, O. de M.
Real Academia de Bellas Artes
y Ciencias Históricas de TOLEDO.

En el año 2006 se celebró en Herencia el 350 aniversario del establecimiento de su Real Convento de la Merced, fundación del Infante Don Juan-José de Austria, hijo del rey Felipe IV. Con tal motivo, hubo diversos actos religiosos, institucionales, culturales y conmemorativos. Entre otros, se posesionó, en la Semana Santa, la venerada imagen del Santísimo Cristo del Consuelo, que cuenta con capilla propia dentro de la iglesia conventual de Ntra. Sra. de las Mercedes. Un acuerdo tripartito entre la comunidad de religiosos mercedarios, la Venerable Orden Tercera (V.O.T.) de la Merced, y la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna, Nuestro Señor de los Afligidos y Santísima Virgen de la Soledad, con sede en la ermita del El Santo, posibilitó que la sagrada imagen del Cristo saliese a la calle. La advocación del Consuelo, llevaba varios siglos en Herencia y está rodeada de misterio y de leyenda. Hay quienes cuentan que en el siglo XIX cuando la invasión napoleónica, ante el temor de ser profanada o robada la imagen, fue guardada en una jabonería ubicada en el Barrio del Cristo, alusión esta última a otro Ecce-Homo, al de la Misericordia. Otros, narran una leyenda en la que nuestro Cristo del Consuelo fue injuriado y apedreado en una procesión, y por ello, tuvo que ser recogido a toda prisa en su capilla dentro de la iglesia de la Merced, ante lo cual, el comendador mercedario que presidía la comitiva, sentenció con rotundidad y enojo: “Jamás volverá a salir”. Esta leyenda secular, de tradición oral, la desarrollamos al final del presente estudio.

LA CAPILLA DENTRO DE LA IGLESIA CONVENTUAL DE LA MERCED.
La capilla del Cristo del Consuelo ha tenido, dentro de los muros conventuales de la Merced, dos emplazamientos diferentes a lo largo de la historia. La primitiva se hallaba situada en la nave lateral derecha. Una tarjeta postal anterior a la guerra civil de 1936, nos muestra el estado en que se hallaba esta singular capilla. Presidía todo, un retablo barroco, decorado con un par de columnas salomónicas, y tres escudos heráldicos, correspondientes a los apellidos de los bienhechores del convento que yacen allí enterrados. Al fondo, una trampilla en el suelo, daba acceso, mediante escaleras, a una pequeña cripta, lugar de los enterramientos. Una lápida consigna lo siguiente: “Aquí yacen los restos mortales de la familia Enríquez Antolinez de Castro”. La rama de Los Enríquez de la Orden eran nobles castellanos descendientes de los reyes Trastámara. En el centro del retablo, en un templete, aparece la efigie del Cristo del Consuelo, representado como un busto de un Ecce-Homo. Esta capilla, al igual que el resto de la iglesia conventual, sufre serios destrozos durante la guerra. En el año 1948 se restaura, el retablo desaparecido es sustituido por uno nuevo traído desde Santiago de Compostela, es obra de Don José Rodríguez y Puente, su coste fue de 41.000 pesetas aportadas por Don Gabriel Enríquez de la Orden y su esposa Doña Carmen Antolinez de Castro. Los escudos de sus apellidos campean a ambos lados del retablo. La nueva imagen del Cristo del Consuelo, fiel réplica del anterior busto, fue adquirida en los Talleres Campañyá de Barcelona y pagada por Doña Aurelia Parra. Esta capilla fue totalmente trasformada en la década de los 60 de pasado siglo XX. Se quitó el retablo y se abrió un arco que permite ver el retablo de San Pedro Nolasco y parte del presbiterio. En la actualidad conserva dos nichos laterales, el primero es un monumento funerario dedicado a Don Gabriel Enríquez de la Orden y González de Olivares (1878-1960). Ejecutado en mármol blanco por J. Gutiérrez, el personaje aludido, ataviado con el hábito de Infanzón de Illescas, se representa arrodillado en un gran almohadillado, cual mecenas del Renacimiento, las manos unidas, cubiertas con guantes y en actitud orante, y dirigiendo solemnemente su mirada hacia el Sagrario. La obra, a pesar de su aparente rigidez y clasicismo, posee buen tratamiento y derrama elegancia. En lo alto del arco el escudo de los Enríquez de la Orden. El segundo arco, alberga una imagen de Cristo Crucificado. Obra en madera, sin policromar, salida de los afamados Talleres Granda, de Madrid. Cristo muerto, con la boca entreabierta, y el rostro inclinado hacia su derecha, emanando dulzura y paz. La anatomía de su cuerpo se halla perfectamente tratada, con pliegues profusamente recalcados en el paño blanco de pureza que ciñe su cintura. En lo alto la cruz blanca, emblema de la catedral de Barcelona, obsequio del obispo Berenguer de Palau a los mercedarios en el momento de ser fundados en 1218. Cruz que junto con las cuatro barras rojas, emblema del reino de Aragón, aportadas por el rey Jaime I, El Conquistador, forman el escudo mercedario.
El segundo emplazamiento de la capilla del Cristo es el que tiene en la actualidad. Al desmantelarse la primitiva en la década de los 60 del pasado siglo, se lleva a este lugar, y se hace una profunda reforma, ampliando enormemente la cripta-enterramiento. Esta parte era la antigua capilla de San José, verdadera joya barroca cuyos retablos e imágenes desaparecieron en 1936 con la guerra. Contaba esta capilla, además de un gran retablo dedicado a San José, otros cuatro laterales, a saber: el de La Dolorosa, el de la Beata Mariana de Jesús, terciaria de la Merced Descalza, el de Jesús Nazareno y el de Santa María de Cervellón, fundadora de la rama femenina de la Orden de la Merced. Al presente esta ornado con el retablo compostelano de Rodríguez y Puente, y con una imagen del Cristo de Consuelo, no de busto, como la anterior, si no de cuerpo entero. Igual que la anterior fue adquirida en los Talleres Campanyá de Barcelona, talla en madera confeccionada según modelo de Antonio Parera Taurina, conocido escultor, nacido en Barcelona en 1868, autor que partió de un gusto por lo más clásico pero que acabó derivando hacia un estilo más cercano al gusto modernista imperante desde finales del siglo XIX. Se da la circunstancia de que en Crevillente (Alicante) la cofradía del Ecce Homo procesiona, en su Semana Santa, declarada de Interés Turístico Nacional, una imagen idéntica a la herenciana, aunque de proporciones ligeramente más pequeña, es obra del mismo Parera.

SU REPRESENTACIÓN ICONOGRÁFICA Y SU CULTO.
La representación de la talla es la de Ecce Homo o Cristo presentado al pueblo. Este episodio de la pasión del Señor lo sitúa el evangelista San Juan, después de la coronación de espinas Cfr. Jn. 19, 4ss. Pilato presenta a Jesús, ante la multitud que se había reunido ante el pretorio, diciendo “Ahí teneís al hombre” (Ecce Homo). Al verle, los sacerdotes y sus servidores gritaron: “¡Crucíficale, crucíficale! (Tolle, crucifigie). La multitud, rechaza, humilla y grita su muerte. Este tema se difundió ya en el arte del siglo XV, al final de la Edad Media. Normalmente Jesús es expuesto sobre un estrado o en lo alto de una escalera exterior, coronado de espinas, el manto de color púrpura y el cetro de caño sostenido entre las manos atadas; patética imagen llena de contrasentido, la de Jesús vestido de rey de forma lastimosa y humillada, presentado como un malhechor siendo el Hijo de Dios; como un embustero, siendo la Verdad. Es el Varón de Dolores, el Cristo mercedario, el Cristo de la Merced Redentora, que ofrece Visita y Consuelo a cuantos padecen cautividad y opresión.
La comunidad mercedaria de Herencia restauró su culto en el 2006. La fiesta litúrgica del Cristo ha quedado fijada el domingo de Pasión, domingo anterior al de Ramos. Previo a su fiesta se celebra un triduo preparatorio y un devoto besamanos el sábado. La salida procesional de la imagen tiene lugar el Jueves Santo por la noche, en la llamada “Procesión del Silencio”, partiendo desde la ermita de San Bartolomé, donde previamente es llevada con todo honor y solemnidad desde el convento mercedario. El Viernes Santo por la mañana, en la denominada “Procesión de los Siete Santos”, tiene lugar un evento íntimo, emotivo, que ya se ha convertido en todo un clásico dentro los actos de la Semana Santa herenciana. En el momento en que el paso de la Virgen de la Soledad pasa por la puerta principal de convento, se torna encarando su figura hacia la portada, momento en el que sale a su encuentro el Cristo del Consuelo, instante preciso en el que se entona una saeta, al tiempo que unas devotas lanzan una petalada de rosas desde el Pasadizo elevado de La Merced. La gente irrumpe en aplausos, al tiempo que embarga la emoción y el sentimiento emerge a flor de piel.
Con el ánimo de dar esplendor y culto al Cristo del Consuelo se adquirió un estandarte del mismo, estrenado el 24 de septiembre, festividad de la Virgen de las Mercedes, de 2006. Comparado en la calle Esparteros, 2, de Madrid, en la Casa Religiosa “El Ángel. Sobrinos de Pérez”, confeccionado en terciopelo granate y bordado a máquina con hilo dorado. Su autora es María Medina, descendiente de una larga saga de bordadores y residente en El Escorial. Al centro posee óleo sobre lienzo, con la imagen del Cristo, debajo una cruz de color negro y acolado en ella un escudo mercedario. En el reverso tiene la siguiente inscripción: “Stmo. Cristo del Consuelo V.O.T. de la Merced. Herencia 2006”. De idéntica Casa Religiosa son el varal del estandarte, de metal plateado serigrafiado, rematado en cruz cincelada del mismo material, y el cordón dorado para maniatar al Cristo, del que penden bellas borlas de hilo de oro. En el año 2008 se piensan estrenar unas nuevas potencias metálicas, coronando la cabeza del Cristo, decoradas con el escudo de La Merced y adquiridas en la misma Casa que el estandarte.

LA LEYENDA DEL CRISTO DEL CONSUELO.
Hará unos tres siglos atrás, la villa de Herencia estrenaba una nueva Semana Santa vivida con la unción y el respeto de siempre. La Iglesia Parroquial y la Iglesia Conventual de la Merced preparaban sus cultos y ceremonias para el Oficio de Tinieblas, disponían sus monumentos y procesiones para que todo el pueblo pudiera ser participe del sagrado triduo pascual en el que se conmemoraba la pasión, la muerte y la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
En mitad de la semana, un día frío, de noche oscura y cerrada, salía como era natural y costumbre la procesión del Santísimo Cristo del Consuelo para recorrer su itinerario habitual por las calles más céntricas de la localidad. Las campanas de la única torre del Convento permanecían mudas en medio del silencio de la noche, eran días de muerte y de llanto, de luto y de santificación. Previamente al acto, un par de monaguillos habían salido por calles y plazas, por callejones y rincones, avisando a las buenas gentes, mediante el ruido insistente de unas matracas, que la procesión iba a dar comienzo. El portón del Convento se abrió de par en par, en lo alto del mismo campeaban a sus anchas unas armas esculpidas en piedra, eran las del fundador del Real Convento de religiosos Descalzos de la Orden de la Merced, Redención de Cautivos Cristianos, de la villa de Herencia, escudos pertenecientes al Infante Don Juan-José de Austria, hijo del Serenísimo Rey y Señor Don Felipe IV. Al fondo se divisaba el gran retablo barroco, con sus imágenes tapadas con grandes lienzos y cortinajes, al centro la venerada imagen de la Virgen de las Mercedes, en su camarín, su belleza había embelesado a los herencianos y cautivado sus corazones. De la nave del evangelio, convertida en capilla del Consuelo, salía en devota procesión con la efigie de un Cristo, de medio cuerpo, pasional y reverencial, con las manos enlazadas recogidas al pecho, sosteniendo una caña a modo de cetro. Sobre su cabeza, inclinada ligeramente hacia su izquierda, la consabida corona de espinas ceñía sus sangrantes sienes. Una soga rodeaba y amordazaba su cuello. Iba portado en andas por cuatro jóvenes de la población, pertenecientes a la Venerable Orden Tercera de la Merced y cobijado en majestuoso templete. Ya en la plazuela del convento, la cruz procesional encabezaba la comitiva procesional.
Dos largas filas de penitentes se abrían paso en medio de una noche serena y fría, caminando bajo un cielo estrellado, con una luna clara y esplendorosa. Los nazarenos, revestidos con la túnica blanca del hábito mercedario, ceñida a la cintura con cinturón de cuero, del que pendía la correa de San Agustín, portaban al pecho el escudo de la Orden de la Merced. Su caminar, lento y acompasado, rasgaba la mudez de la noche, por el sonido de las gruesas cadenas que arrastraban los pies descalzos de varios de los penitentes, agradecimiento o promesa hacia el Cristo del Consuelo, portador de gracia y de perdón. El recogimiento y el mutismo se había adueñado de la población, las tabernas y los lugares públicos permanecían cerrados y las gentes retiradas.
Al llegar a un cruce de caminos, de una callejuela cercana apareció un grupo de mozalbetes llegados de un pueblo vecino. Sin mediar explicación de ningún tipo, y ante los ojos atónitos de todos los presentes que no salían de su asombro, comenzaron a increpar e injuriar a la sagrada imagen del Cristo, pronunciando toda clase de injurias e improperios, de gritos y amenazas. Ante tan inesperado y bochornoso espectáculo el comendador del Convento, que presidía la procesión, mandó apresurar el paso y saltándose el itinerario previsto, atajando por otras calles, llegaron con rapidez a la Iglesia Conventual, a toda prisa introdujeron al Cristo dentro de los muros del recinto sacro. Un cerrojazo, firme y seco, cerraba las cancelas principales. En el interior la voz bronca y recia del comendador, sentenciaba con rotundidad y fuerza: “Jamás volverá a salir”


Apéndice:
Índice de Artistas y Talleres relacionados con el Cristo del Consuelo.

- Antonio Parera Saurina, notable escultor, nacido en Barcelona en 1868, sus trabajos pasan del realismo de las primeras obras, al modernismo imperante desde finales del siglo XIX. Trabajó para los Talleres Campanya de la ciudad condal, siendo el autor del boceto del Cristo del Consuelo, imagen que cuenta con capilla propia dentro del Convento de La Merced y que es procesionada por miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Columna.
- Campanya, Talleres de Arte, en el Paseo de Gracia, nº 117, de Barcelona, hoy denominados “Reixach-Campanya”. De estos Talleres salieron las dos representaciones existentes del Cristo del Consuelo, la primera un busto bendecido el 10 de agosto de 1944, replica del primitivo, desaparecido en 1936, donativo de Doña Aurelia Parra, Viuda de Rodríguez, su coste con los portes fue de 2.837, 30 pesetas; y la segunda, de cuerpo entero, tallada según boceto del escultor Antonio Parera. El Convento de Herencia, alberga importantes obras de este taller, siendo la más conocida la bellísima imagen de la Virgen de las Mercedes, la popular “Hermosona”.
- El Ángel, Sobrinos de Pérez, Casa de artículos religiosos situada en la Calle Espateros, 2, de Madrid, en ella fue adquirido el estandarte y el varal serigrafiado para el Cristo del Consuelo, fue estrenado, el 24 de septiembre del 2006, festividad de la Virgen de las Mercedes y coincidiendo con el 350 aniversario de la fundación del Real Convento de La Merced de la villa de Herencia. De esta Casa proceden también las potencias del Cristo estrenadas en el 2008.
- María Medina, descendientes de una larga saga de bordares y residente en El Escorial (Madrid), autora del estandarte del Cristo del Consuelo, año 2006. Estandarte de terciopelo granate bordado a máquina con hilo dorado. Al centro, un lienzo pintado a mano con óleo representando la efigie del mencionado Cristo.
-Rodríguez y Puente, famoso retablista de la Plaza de la Azabachería de Santiago de Compostela, de él son la mayoría de los retablos de madera noble, procedentes de Galicia, que adornan el Convento de La Merced, entre otros, el del Cristo del Consuelo, colocado en Herencia el 30 de marzo de 1948, donación de Don Gabriel Enríquez de la Orden y Doña Carmen Antolinez de Castro, su coste fue de 41.000 pesetas.

Fuentes y bibliografía:
- ARCHIVO CONVENTUAL DE LA MERCED DE HERENCIA.
- ALONSO AGUADO, Mario: “Notas histórico-artísticas acerca de la imagen de la Virgen de la Merced de Herencia (Ciudad Real)” en Boletín de la Provincia de Castilla, nº 117 (1992), pp. 67-80.
· “La Capilla del Cristo del Consuelo en el Convento de La Merced de Herencia” en VV.AA.: Herencia de Pasión. Libro Guía de la Semana Santa de Herencia 2004, p. 84-87.
· “Pasión por Herencia”, en Canfali, 2/4/2004.
· El Convento de Herencia. 350 años de Merced. Herencia, Junta de Hermandades de Semana Santa, 2006.
- ALONSO AGUADO, Mario y FERNÁNDEZ-CABALLERO, Claro-Manuel, Ntra. Sra. de las Mercedes y Herencia. Imágenes, tradición y devoción, Ciudad Real, Diputación Provincial, 2006.
- FERNÁNDEZ-CABALLERO, Claro-Manuel: “El Cristo del Consuelo. Ecce Homo de Leyenda”, en Canafali, 30/03/2007.
- LLEDÓ, José: “Semejantes. Herencia y Crevillente unidos por la imagen de un Cristo”, Libro de la Semana Santa de Crevillente, 2007, Alicante.
- VV.AA.: Herencia y la Orden e San Juan (Siglos XIII-XX), Biblioteca de Autores y Temas Manchegos, Ciudad Real, 1991.


Artículo publicado en Revista VERACRUZ Nº 19 PUERTOLLANO 2008 PP. 17-20

sábado, 20 de octubre de 2007

SEMEJANTES: En Herencia (Ciudad Real) se procesiona una imagen de un Ecce Homo similar al de Crevillent. Por: José Lledó Martínez

Durante toda una vida, hay ciertas imágenes que quedan guardadas en la retina, quizá uno de mis primeros recuerdos fue la llegada del "pas del balcó" a Crevillent, apenas era un niño cuando en mi casa recibí a mi paso, fueron unos días de gran nerviosismo, recuerdo a la gente preguntar por la llegada de mi paso, yo como el más pequeño de mi familia, no sabía el porqué de tanto revuelo, yo no llegué a conocer el antiguo paso que fue quemado en mi casa por unos refugiados de Talavera de la Reina (y del que guardo como un tesoro alguno de los restos que quedaron de ese antiguo paso), no sabía el porqué de este entusiasmo, pero recuerdo aquel día con gran intensidad y como aquel joven niño fuí el encargado de abrir esas grandes cajas que llegaban de Barcelona, habían sido meses intensos de correspondencia, de viajes a Barcelona... Cuento todo esto porque el pasado verano por casualidades de la vida y gracias a las nuevas tecnologías, reviví en cierta medida todos aquellos acontecimientos. En el lejano pueblo de Herencia (Ciudad Real) encontré una imagen de un Ecce Homo exactamente igual que el de Crevillent, qué casualidad, en un maravillosa Iglesia llamada de Nuestra Señora de la Merced; se trata de una Iglesia que formó parte del antiguo convento de frailes mercedarios descalzos, convento fundado en 1656 por Don Juan de Austria, hijo natural del Rey Felipe IV, iglesia que sigue las premisas del arte barroco español, cuyo dispositivo generador fueron las normas procedentes del Concilio de Trento y el espíritu de la Contrarreforma. La construcción fue llevada a cabo por Fray Juan de la Natividad. La Iglesia sufrió numerosos desperfectos durante la guerra civil, que serían repuestos en épocas posteriores con imágenes de diferentes escultores: José Rabasa, Reixach-Campanya... en aquel lugar de la Mancha vi rememorar viejos recuerdos de mi infancia, y durante este tiempo he logrado entablar una buena relación con la gente del convento y de la cofradía. El Cristo es llamado en este lugar Cristo del Consuelo, realizado también en los talleres Reixach-Campanya, aunque no saben exactamente la fecha, lo sitúan entorno al año 1944, es decir algún año posterior al nuestro. El modelo es exactamente igual que el Crevillente por lo que con toda seguridad fue realizado también por el escultor catalán Antonio Parera, pero la talla y sobre todo la policromía difiere algo del de Crevillente, hay que destacar que estas situaciones son normales en escultura y es habitual que de un mismo modelo surjan diferentes tallas, que se diferencian muy poco entre ellas, ejemplo conocido son los diferentes Yacentes realizados por Benlliure. En este Convento hay una gran veneración por otra imagen salida de los mismos talleres, la Virgen de Nuestra Señora de las Mercedes, imagen conocida popularmente como "la Hermosona" y realizada en el año 1940.

Publicado en "Crevillent, Semana Santa, 2007"